Cuando se llega a la altura artística de Shakira su vida lleva una
serie de actividades rutinarias que cumplir día a día. Empezando por los
viajes que son frecuentes de un continente a otro.
En cada país se cumple la misma agenda: Recibimiento, rueda de
prensa, ensayos, conciertos. De mal o buen humor la estrella tiene que
cumplir casi siempre con la misma programación. Con el tiempo esa vida
se vuelve tediosa y repetitiva. Pero los aplausos, el reconocimiento
público y fidelidad de los fanáticos compensan cualquier detalle
imprevisto. Una de las preocupaciones de los grandes del espectáculo es
la movilización aérea. Algunos deben utilizar el avión casi a diario por
compromisos, y le tienen pavor al aparato. Ejemplo: Gabo, Juan Gabriel y
Juanes, por mencionar tres.
Existe preocupación sin duda por cada viaje. Son tantos seguidos. Y
siempre existe la posibilidad de un millón a centésima que pueda ocurrir
un accidente. Shakira, en una ocasión pasó un mal rato.
Tenía que presentarse en Alemania y debía tomar un tren con sus
músicos en Bélgica. Llegó algo atrasada a la terminal de transporte y la
locomoción ya había partido. Se disgustó mucho la cantante y así lo
pregonó a los empleados de la administración de la estación ferroviaria.
Ya iba en camino iracunda, cuando en el vehículo de retorno al hotel
una emisora informaba que en el tren donde debía viajar Shakira se había
estrellado y no hubo un solo sobreviviente…
Tuvo suerte, pero no la tuvieron en su momento: Ricky Valens, Roberto
Clemente, Marta Traba, Mike Todd y Arnulfo Briceño, entre otros…
Después: Compré mis propios libros.
Twitter: @flashedgarg
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