Para comprobar la curiosidad pública sobre lo escrito ayer, en las
oficinas de Editorial Mejoras, con Rafael y Lili, propietarios, nos
comunicamos con Miami para sostener un diálogo con Mirna Llamas de
Curra.
“Mirna te habla Flash, ¿cómo andas?”...
“Esperándote a ti y Lou. ¿Cuándo vuelven?”...
“Mirna, en cualquier momento. Te estoy llamando para preguntarte por la salud de Ángel…
“Está magnífico. Haciendo sus famosos T-Bone”…
“¿Y el cáncer?”...“Desde que Shakira impuso sus manos, ni más”...
He ahí un caso asombroso. Nunca divulgado. De una diva de la música:
Mariana –ciento por ciento-. Este hecho exalta su personalidad. Pasan
los días, y ya van 4 crónicas de los recuerdos que me comprometí
escribir sobre Shakira, escogidos de 300 historias que aparecerán en un
libro que estoy escribiendo. Todavía faltan 36. Son intemporales. Salto
de un caso a otro, sin importar año ni fecha. Aprovecho para referirme
de 3 sucesos que a lo mejor solamente los comento hoy, y muy por encima a
saber.
1. En el Inpec, Santa Marta, trabajaba un joven de nombre Arnold
Ochoa, que tiene 4 años que sueña con Shakira. Se le aparece, le
sonríe, le baila o simplemente ve imágenes. Ese chico nos dijo a Mabel
Gasca – y a mí – en Emisora Atlántico que le ayudemos. Que estaba
desesperado, para ponerle humor le dije que cambiáramos de sueño...
(Soñar con Shakira todas las noches). Y yo quedé con él en ir a
Santa Marta a entrevistarlo. Mientras, Mabel y yo le dimos una fórmula
para que no se preocupara.
2. Un futbolista, delantero del Millonarios de Bogotá, extranjero,
vino a verme una vez y me lloró en un sardinel, por el amor imposible de
Shakira. Dejó de hacer goles y fue licenciado. Jamás conoció a la
cantante en persona, pero fue una obsesión que lo trastornó. Hace 1 año
volvió, pero de vacaciones y me dijo que afortunadamente ya logró
superar ese trauma.
3. Hace como un mes, de Buenos Aires, Argentina, me vino a ver el
señor José María Belmonte, maderero exitoso, quien está convencido que
Shakira no será feliz hasta cuando no le conozca. Dice ser su alma
gemela. El señor Belmonte aparece retratado con la presidenta de
Argentina, su amiga, lo que indica que no es un “pintao en la pared”.
Belmonte, vino, tuvo una noche en el Carlton y al día siguiente se fue.
Únicamente vino de su país para hablar conmigo, contarme su historia.
Se gastó esa plata, porque según él, yo soy el puente para conocer a
Shakira.
Al terminar, me llama Ernesto, mi jefe:
“Da un salto de canguro en tiempo en las historias”.
¿Comprendes?”… “Sí, por supuesto”…
¿Y que es este lenguaje cifrado?...
Sorpresa, sorpresa, mañana sabrán….
Por Edgar García Ochoa, ‘Flash’
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