Río de Janeiro, 1 oct (EFE).- Nadie es capaz de imitar, ni de lejos, el contoneo de caderas de Shakira, que esta noche demostró en Rock in Rio que no hace falta recurrir a un espectáculo exacerbante para triunfar de nuevo en un festival que la adora y delante de un público que la idolatra.
Sin que le importara subirse al escenario en mitad de la fresca madrugada carioca y después de una estrella del rock como Lenny Kravitz, la colombiana sólo necesitó entonar su primer tema y comenzar a mover la pelvis para que su legión de seguidores, vencidos por las horas de fiesta, entrase en efervescencia.
"Esta noche soy toda de ustedes", gritó al público la barranquillera para contagiarle de un espíritu rockero que combina a la perfección con la idiosincrasia del festival.
Con un concierto natural, alejado de artificios, Shakira, que abrió la noche con "Estoy aquí", puso bailar a 100.000 almas entregadas que calentaron sus caderas con un repertorio de éxitos que le valió para mantener un año más el idilio que vive con el Rock in Rio tras su paso por la edición de Lisboa y Madrid.
Quizá para reconciliarse con la afición madridista, la cantante, convertida en musa del barcelonismo, escogió "Te dejo Madrid" para continuar un espectáculo en el que recurrió a sus clásicos del pasado en una noche en la que se echó de menos temas de "Sale el sol", su último trabajo.
La Ciudad del Rock sucumbió ante semejante elasticidad corporal y la colombiana volvió a echar mano de su amplio fondo de armario musical y afinó su guitarra para entonar "Inevitable".
Sea porque el fútbol en Brasil está considerado como una religión o sea porque su novio, Gerard Piqué, es futbolista del FC Barcelona, Shakira cerró el círculo musical y balompédico con el "Waka waka" en un ambiente de euforia y desenfreno.
Por el camino, la colombiana sacó su artillería pesada y mostró su poderío con éxitos como "Gypsy", "Loba", "Las de la intuición", "Loca" o "My hips don't lie", que le permitió meterse al público en el bolsillo.
Shakira convirtió su concierto en una fiesta memorable con la interpretación, a dúo con la brasileña Ivete Sangalo, de la célebre canción "País tropical", considerada como un himno de Brasil y obra del compositor Jorge Ben Jor.
No hay duda de que salir al escenario antes de la diva colombiana le restó protagonismo a Lenny Kravitz, que completó un concierto correcto y sin grandes concesiones que en parte estuvo marcado por los temas de su nuevo trabajo, recibidos sin gran entusiasmo.
El estadounidense levantó a sus seguidores con tres apuestas seguras: "It ain't over till it's over", "American woman" y "Fly away", que entonó con un brillante directo y le permitió ganar cierta complicidad con el público.
Con "Let love rule", Kravitz culminó su actuación en medio de la muchedumbre, a la que se adentró aprovechando su "sex appeal" y su aspecto de seductor con una bandera de Brasil en el hombro, lo que levantó los ánimos y le permitió salir del escenario entre vítores.
Unas horas antes, el grupo brasileño Jota Quest logró una complicidad absoluta con el público, que hoy se dividía entre los adolescentes y los cuarentones, al que arrebató y puso a saltar con ritmos trepidantes y enterneció en ocasiones con la melodía de sus baladas.
El regreso de Ivete Sangalo al Rock in Rio dejó un sabor agridulce porque parte de los seguidores del festival consideraban que sus ritmos de carnaval no encajaban en la noche de hoy y otra parte sostenía que no le benefició salir al escenario antes de Lenny Kravitz.
Ese toque carnavalesco también se dejó oír de la mano de la banda brasileña de samba Monobloco, que subió al escenario Sunset en compañía de Macaco, que trasladó a Río de Janeiro su fusión del reagge y de la rumba catalana. EFE
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